martes, 17 de abril de 2007

La crónica del Escaramujo

Silvio Rodríguez ofreció un concierto en México, en donde vive un tropero -y tocayo- al que llamamos, de puro afecto que le tenemos, el Viejo Escaramujo (en su documento de identidad dice "Eduardo Valtierra", pero ya sabemos como se llama en verdad). Aquí pongo una fotica que llegó a la tropa, junto con la crónica del concierto que escribió el vejete:




"¿Qué hacer cuando las palabras no te sirven, no te alcanzan, no te ayudan a expresar toda la gama de sentimientos. todo el abanico de emociones y recuerdos provocados por un grupo de músicos, lidereados por un aprendiz de brujo, e impulsados por miles de almas, corazones, gargantas?
¿Qué remedio hay para la incapacidad de verbalizar esos momentos compartidos con cientos y miles de personas de todas las edades y casi todas las condiciones sociales?
Parafraseando a Pablo, ¿QUÉ CHINGADOS TENGO YO QUÉ DECIRLES, TROPEROS, si los mejores cronistas y reporteros son ustedes?
Lo único que se me ocurre decirles es que SILVIO ES UN CHINGÓN, que ayer nos regaló, acompañado por Niurka, Trovarroco y Oliver, uno de los mejores conciertos (si no es que el mejor) que he visto en mi viejoescaramujienta vida.
No me importa reconocer que soy un fanático, me vale madres lo que piensen los delimitadores de las primaveras acerca de mi fanatismo, lo cierto es que cada vez que veo a Silvio en un concierto, confirmo por qué siento y pienso que es el trovador más chipocludo de esta galaxia, es el non-plus-ultra, es el más chingón de la pradera, es... es... es...
Bueno, nada, quería hacerles una crónica del concierto de anoche, pero no puedo, sólo me salen pendejadas (like ever). Si alguna neurona conecta con otra, espero contarles más en concreto lo que pasó. Por ahora, lo dejo en esta explosión de frases...

Eduardo, el viejo escaramujo"

domingo, 15 de abril de 2007

Falleció el "Gordo" Páez

Fue el viernes. El problema cuando se es gordo, extraordinariamente gordo, y se tiene un corazón tan grande, para querer, es que ese corazón no puede latir todo lo que quisiera y acaba por fallar. A nuestro Gordo Páez le falló esa bombita de vida que llevamos en el pecho, y su canto quedará en la memoria de quienes tuvimos la suerte de escucharlo. Me enteré de la triste noticia por un correo del tropero Miguel Ángel Guánchez, y luego otro amigo lo ratificó.

Agradezco al anónimo autor de ésta, la única foto del Gordo Páez que hallé en la web.

Al Gordo Páez lo conocí en el año 2004 en Tintorero, estado Lara, cuando se efectuaba la feria artesanal que anualmente hace de ese pueblito un centro increíble de música y artes plásticas.
Se trata de uno de esos cantores del pueblo, auténticos, que no necesitan grandes efectos especiales ni un montón de computadoras; no, el Gordo Páez se bastaba con un cuatro o una guitarra y su potentísima voz, siempre dedicada a los dolores del pueblo, a la lucha revolucionaria.
Por eso se emparenta su canto con el de Silvio, Pablo, Serrat... por eso fue amigo de Alí Primera, de Edgardo Ramírez y el grupo Ahora, de la Chiche Manaure, de los Guaraguao, de Lilia Vera, y más recientemente, de Lloviznando Cantos y otros grupos que apuntalan con sus voces y armonías el proceso de transformaciones que vive nuestro pueblo.
Gordo, siempre estarás entre nosotros, y tus canciones se quedan, como se quedó Alí, como se quedó Víctor. Un abrazo que te abarque entero, desde esta tierra, hasta el lugar en que estés.

domingo, 8 de abril de 2007

martes, 3 de abril de 2007

Roque Quenza se nos fue

Paralelamente a una reunión en la que se festejaba a varios cumpleañeros, hubo momentos de silencio y recuerdo melancólico ante una realidad más dura de lo que se puede aceptar.


Transcribo la carta de Mariana Libertad, en la que explica el confuso sentimiento que acompaña a los troperos venezolanos una vez que Roque Quenza, fundador de Tropaven, ha dejado este mundo, joven y con mucho por dar.

"Ayer fue una de esas tardes que reivindican aquel derecho humano que no está en ninguna declaración pero que todas las personas conocemos: el derecho a la felicidad.
Fue una de esas tardes en las que nos alegramos mucho porque Rodolfo y Luz Mari van a traer otro troperito al mundo, porque conocimos a Jesús -el hijo de Tony y Susana- porque los gochos nos visitaron como se debe, porque Tathy consiguió hacer las tortas más lindas del mundo a Johán y a Igor en su cumpleaños (Un principito y un Che Guevara... más tardecito les mando la foto, para que vean que no exagero), porque Blandina y Néstor cantaron como nunca, porque Rafdil, Aufry y Robinson lograron llegar a casa a pesar de sus compromisos, porque Eduardo y Martha trajeron consigo a unos músicos envidiables, porque mi tropa estuvo aquí... y aunque no paramos de extrañar a Lore, a Víctor Manuel, a Adrián y a todos los que no estuvieron, la pasamos fenomenal.
También, y creo que todos lo sabemos, esta reunión cargada de vida se vio signada por el fallecimiento de Roque. Lo recordamos, en varios momentos de la tarde y de la noche, nos preguntamos por qué, pensamos en sus hijos, hablamos de él y de todas las cosas que había hecho por la tropa y por los troperos. Roque -que según dijo Igor, era un hombre extraño...porque todos los troperos lo somos de algún modo- vino a despedirse el día de ayer y nosotros, como tropa, le cantamos para resignarnos (pues creo que "aceptar" no es la palabra adecuada) ante su adiós. Por ello, quise narrarles ese momento especial de la tarde de ayer... el momento en que le agradecíamos a uno de los fundadores de la tropa haber hecho posible estos encuentros, el momento en que pensábamos que es un privilegio estar aquí y ahora, el momento en que nos concentramos lo suficiente y conseguimos verle los labios al mundo.
Desde siempre, desde lejos..
Mariana Libertad"

El hombre extraño

Era extraño aquel hombre,
o por tal lo tomaron,
porque besaba todo
lo que hallaba a su paso.
Besaba a las personas,
al perro, al mobiliario
y mordía dulcemente
la ventana de un cuarto.

Cuando salía a la calle
le iba besando al barrio
las esquinas, aceras,
portales y mercados,
y en las noches de cine
(también las de teatro)
besaba su butaca
y las de sus costados.

Por estas y otras muchas
los cuerdos lo llevaron
donde nadie lo viera,
donde no recordarlo,
y cuentan que en su celda
besaba sus zapatos,
su catre, sus barrotes,
sus paredes de barro.

Un día sin aviso,
murió aquel hombre extraño
y muy naturalmente
en tierra lo sembraron.
En ese mismo instante,
desde el cielo, los pájaros
descubrieron que al mundo
le habían nacido labios.

Silvio Rodríguez